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El lamentable saldo de 20 años K

Crítico y sin eufemismos, el ex funcionario hace un recorrido de la gestión de gobierno de las últimas dos décadas con un marcado escepticismo.

El 25 de mayo de 2023 festejó el kirchnerismo su acceso al poder a nivel nacional. Festejaron los que se beneficiaron desde entonces a costa del empobrecimiento y desprestigio del país, Fueron 20 años de deterioro de los valores, de las variables económicas, de nuestra relación con el mundo, de la calidad de vida y de las instituciones del país.

Los 4 años de gobierno de Cambiemos, si bien introdujeron factores correctivos no alcanzaron para revertir la gravísima situación luego de 12 años de populismo.

En el campo de la energía la gestión kirchnerista fue destructiva por su intervencionismo en todas las actividades, sin reglas de juego, sin respetar instituciones, sin contratos, sin precios, con capitalismo de amigos, con poca transparencia, con funcionarios militantes.

Pero, principalmente por privar de recursos genuinos al sector, los de sus usuarios e inversores, reemplazándolos por subsidios arbitrarios e insuficientes que, mientras sometían a las empresas, generaban una sensación transitoria de mejora del poder adquisitivo de la gente.

Hasta 2002 no había subsidio a la energía, no faltaba luz, y se exportaba gas. Las tarifas eran las más bajas de la región y fluían las inversiones privadas al sector. El Estado intervenía en el segmento de los servicios regulados de gas y electricidad mediante los Entes Reguladores, y se concentraba en recaudar impuestos estables respetando las leyes que rigen al sector, generando así un clima propicio para la inversión privada.

A su vez, el segmento no regulado, es decir con precios libres, como la producción de electricidad, gas, petróleo y sus derivados, se manejaba bajo las reglas de mercado dentro del marco legal vigente y de valores de referencia internacional.

Hasta que en 2003 llega Néstor Kirchner y decide congelar las tarifas e intervenir en los precios no regulados, sin necesidad económica alguna. Ese capricho político produjo entre otros: USD 150.000 millones de subsidios al sector, una caída de USD 13.000 millones en la balanza comercial energética – de (+)USD 6.000 millones a (–) USD 7.000 millones- colapso en los servicios eléctricos, desabastecimiento de gas y cancelación de exportaciones de gas a Chile y a Brasil.

El sacrificio que significó a la sociedad el inevitable sinceramiento tarifario aplicado por la anterior administración y el inmenso costo político que pagó, fueron en vano. La mejora sustancial de los servicios, la eliminación del déficit fiscal de 4 puntos del PBI a 1,5 producida por la baja de los subsidios energéticos, el equilibrio en la balanza comercial de energéticos, la mejora ambiental introducida por el uso eficiente del consumo ante las señales de precio de tarifas económicas y las ingentes inversiones en energías renovables, retornan aceleradamente a los valores paupérrimos de finales de 2015 con el cuarto gobierno K.

En efecto, apenas repuesto en el poder en 2019, implanta el mismo sistema que el aplicado en sus tres gobiernos anteriores.

Una pena, la gente había comenzado a tomar conciencia de lo que cuesta producir energía y estaba aceptando pagar su costo como en cualquier país del mundo en vez de hacerlo compulsivamente vía subsidio por medios más onerosos y calidad de servicios defectuosa.

Las secuelas de este déjà vu ya están a la vista: capitalismo de amigos, fantasías estatizantes, demonización de las empresas concesionarias, barcos regasificadores, discrecionalidad en subsidios y condonaciones de deuda.

Mientras tanto, la inversión privada se limita a la subsistencia, cuando la energía es una industria dinámica que requiere de un flujo constante de fondos, máxime en un país como el nuestro con inmensos recursos. Las pocas realizadas fueron con fondos públicos, sin cumplir con la ley de Oras públicas, que exige estudios de factibilidad técnico, económico, financiero y ambiental, pero priorizando intereses políticos y económicos que redundaron en obras caras y en casos inútiles e inconclusas.

Menciono a título de ejemplo las siguientes: central térmica de Río Turbio a carbón, duplicó el presupuesto original y nunca funcionó, entre otras razones por no contar con el carbón que debería proveer la mina obsoleta homónima; la central nuclear Atucha II, cuya construcción se había iniciado en 1982, se paralizó entre 1994 y 2006 y el kirchnerismo retomó la obra que concluyó en 2011, con un presupuesto atractivo de USD 900 millones y plazo de ejecución de 2 años, pero que terminó costando USD 4100 millones, más el lucro cesante por haber insumido 4 años para finalizarla; centrales hidroeléctricas en el río Santa cruz, contratadas en 2014 con una empresa china, Gezhouba Group , asociada con un amigo del poder, Gerardo Ferreyra de Electroingeniería ahora Eling Energía, deberían estar finalizadas hace dos años pero tienen un avance de obra del 30% que obligó a renegociar la financiación china ya que si no deberíamos haber empezado a pagar en 2021.

Hubo problemas ambientales, geológicos y técnicos entre otra causa de esa demora; central nuclear Atucha III acuerdo directo en 2014 con china de una obra costosa, USD 8.800 millones, e innecesaria para nuestra producción eléctrica que afortunadamente, aún no se inicio y que hay que negociar con China para su cancelación.

Finalmente, el gasoducto NEUBA III, mal llamado Néstor Kirchner, que se inaugura con grandes festejos y elogios, no obstante haberse hecho con fondos públicos, a un costo 50% más elevado que el presupuesto original a moneda constante y demorado su inicio dos años a un costo de USD 5.300 millones por importaciones de GNL o gas por barcos.

Una irresponsabilidad total en el manejo de fondos públicos que afectan no solo al sector sino a toda la economía por mayor endeudamiento, escasez de divisas e inflación. Este apurado raconto de la gestión kirchnerista en sus cuatro gobiernos, basado en datos oficiales, demuestra la afirmación hecha al inicio de esta nota. El país no tiene nada que celebrar y mucho que lamentar al cumplirse 20 años de la toma del poder a nivel nacional del kirchnerismo, la peor versión del peronismo.


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